Conocer mejor MADRID

LOS MONARCAS DESPLAZADOS

 
Las 20 estatuas que adornan los laterales de la Plaza de Oriente son popularmente conocidas por los madrileños como las de los reyes godos, aunque en realidad solo algunas de ellas representan realmente a monarcas anteriores al 711, fecha en que estos dejaron de reinar en nuestro país. La generalización sin duda tiene algo que ver con el estigma que durante años supuso para los estudiantes españoles el aprendizaje memorístico, completo y cronológico, de los 33 monarcas visigóticos que desde Ataulfo hasta Rodrigo gobernaron la mayor parte de la península Ibérica desde el siglo V hasta la invasión musulmana. ¡La famosa "lista de los Reyes Godos!.

Esta estatuas son realmente parte de un gran proyecto con el que se pretendía ornamentar la cornisa y balaustradas del Palacio Real, y que se vio frustrado tras un cambio final de planes. Veamos seguidamente con un poco de detalle la historia de estas estatuas:

Tras el incendio sufrido por el Real Alcazar madrileño en la Nochebuena de 1734, el rey del momento, Felipe V, decide construir sobre sus ruinas el nuevo Palacio Real que hoy admiramos. La madera, predominante en el edificio anterior, es ahora remplazada por robusta piedra que minimiza nuevos riesgos y, de paso, todo el palacio se ajusta a la estética barroca que estaba de moda ya por entonces. Para completar la decoración exterior del palacio, cuyas obras se acometieron entre 1738 y 1755, se planteó una ornamentación que reforzase el sentimiento real, ideándose entonces el proyecto de representar a todos los reyes que hasta ese momento había tenido España. Se encargó al erudito benedictino Fray Martín Sarmiento (1695-1772) la dirección iconografico de una historia de España a través de esculturas individualizadas de cada uno de sus reyes y el proyecto fue fielmente cumplido, esculpiéndose en total 108 estatuas, representativas de la monarquía hispana desde los reyes godos hasta los Borbones, e incluyendo además algunos grandes personajes vinculados con el Imperio, como los emperadores de México y Perú.

Las esculturas, labradas todas en piedra blanca y de similares dimensiones, muestran un valor artístico desigual, pues no sólo son fruto de diversos escultores, sino que debemos tener presente además que la mayoría se hicieron para ser contempladas a distancia y por tanto no siempre se han trabajado bien los detalles. Pese a todo, su valor iconográfico es alto. Curioso, por ejemplo es el significado de los escudos que aparecen junto a muchas de las figuras y que hacen referencia al cónyuge, indicando, si está a la izquierda y contiene el retrato de la esposa (hay también algún hormbre, pues hubo reinas), que esta fue madre de heredero de la corona. Si el heredero no era el hijo legítimo el escudo del rey queda sin labrar y en él no aparece el rostro de su esposa, y si el escudo se sitúa a la derecha y no pegado a su cuerpo, significa que ninguno de los cónyuges eran los padres del sucesor del trono. ¡Toda una simbología esculpida en piedra para la historia!

Como ya comenté, la idea inicial era que todas estas estatuas adornasen las balaustradas y coronases las cuatro fachadas del Palacio Real, pero la gran mayoría de ellas nunca llegó a ocupar dicho lugar. Cuenta una leyenda madrileña que fue Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, quién pidió a su esposo que no se pusiesen finalmente sobre la cornisa, pues una noche tuvo una pesadilla en la que soñó que se producía un terremoto en el Palacio Real y una de las enormes esculturas le caía encima y la mataba. La verdad parece que fue sin embargo menos onírica y apunta que fue Sabatini, el arquitecto encargado de la conclusión de las obras del Palacio, quien sugirió a Carlos III, el monarca reinante ya entonces y que sería en verdad el primer inquilino real del Palacio, que no se izasen sobre la cornisa, tanto por prudencia para no sobrecargar el peso del edificio (cada estatua pesa unas tres toneladas) como por sobriedad estética, ya que la ostentación barroca había pasado de moda y ahora se llevaba el más austero estilo neoclásico.
 ¡Eran demasiados reyes por encima de la cabeza del monarca!

Despojadas de su propósito inicial de ornamentación palaciega y despreciado el sentido pedagógico que Sarmiento pretendió dar al conjunto unido de todas ellas, las estatuas empezaron poco a poco a ser distribuidas por plazas y jardines, no sólo de la capital, sino tambien de otras ciudades españolas (Toledo, Burgos, Vitoria, Logroño y Pamplona son algunos ejemplos de destinos). En Madrid, las que se decidió finalmente no mantener en la fachada del Palacio Real fueron repartiéndose por la Plaza de Oriente, los jardines de Sabatini, El Retiro, la fachada del Museo del Ejército y la Glorieta de las Pirámides (hoy estas últimas ya no están, pero la foto anexa de tiempos de la Guerra Civil nos ofrece testimonio de su existencia).

Para el paseante curioso puede ser un aliciente motivador el redescubrir personalmente qué estatuas son las que permanecen en la ciudad. No hay aparentemente demasiada lógica en la distribución de las figuras, pero quizás tu descubras nexos. Por ejemplo, al primer y último rey godo los tenemos relativamente cerca uno de otro en la Plaza de Oriente. ¡Algo es algo!

Madrid y su Altitud

Puesto que en la vida hay que tener "altura de miras" los madrileños agradecemos a la ciudad en que vivimos que esta nos ayude situándonos, ya de entrada y sin esfuerzo, a 655 metros de elevación media sobre el nivel del mar, ¡Algo tenemos ya ganado!

¡Pues sí!, Madrid es una ciudad situada comparativamente a una buena altitud. En un país montañoso como España ocupa la posición 14 en el ranking de capitales de provincia (Ávila es, con 1131 metros la más alta) y si miramos a Europa, donde el 56 % del territorio no supera los 200 m de altitud, encontramos que Madrid está entre las tres primeras capitales de país (Andorra la Vella, con 1123 metros, ocupa la primera posición).

Sabemos popularmente que las altitudes se miden topográficamente referenciando un lugar respecto a su elevación sobre el nivel del mar, pero quizás no todos sepan que dicho nivel no tiene un único punto de referencia mundial, sino que cada país tiene el suyo. En España, la referencia es Alicante. ¿Sabes por qué?

Dado que las mareas provocan que el agua de los mares y océanos esté siempre en constante movimiento, generando con ello importantes fluctuaciones de nivel en las costas, cuando a finales del siglo XIX se decidió hacer en España una medición rigurosa de la elevación del territorio para documentar correctamente la cartografía nacional existente, se vio la necesidad de establecer un lugar fiable de referencia en el que situar la cota inicial a partir de la cual hacer el levantamiento altimétrico. Tras varias comparativas de lugares posibles se optó finalmente por elegir la bahía de Alicante, ya que poseía una gran estabilidad geológica, sus mareas presentaban poca diferencia entre la pleamar y la bajamar, y porque Alicante estaba relativamente próximo y bien comunicado con Madrid, ciudad donde se había situado como centro de observaciones geodésicas el Observatorio Astronómico Nacional.

A lo largo de un amplio periodo de tiempo se fueron tomando en Alicante medidas de nivel en una de las escaleras del Muelle de la Reina, estableciéndose finalmente como referencia el valor medio obtenido a lo largo de ese tiempo. A partir del punto de observación fijado, se transportó por nivelación este hasta el primer escalón de la escalinata del Ayuntamiento de la ciudad y allí se fijó la primera cota oficial, fijándola para la posteridad con una marca metálica insertada en la piedra de dicho escalón. Se la señaló con el indicativo NP1 y marca que el lugar está a 3,407 metros sobre el nivel del mar (en la foto adjunta puedes ver el escalón referenciado). A partir de esta cota se fueron estableciendo el resto de altitudes. En Madrid la medición se hizo en el Observatorio Astronómico, fijándose una cota de 625,562 metros y quedó fijada con la señal NP26.

Poco a poco, muchos ayuntamientos del país, edificios oficiales y, sobre todo estaciones de tren, fueron dotándose de placas indicativas de la altitud respecto al mar a la que se encontraba el lugar. La foto inicial de esta entrada  es un ejemplo: Dicha placa está en la de la fachada del Palacio Real de Madrid y nos indica que este edificio se encuentra a 642,3 metros de altitud.

Repasado el origen de estas mediciones topográficas, la curiosidad lleva a plantear algunas nuevas preguntas relacionadas al respecto con nuestra región: ¿Dónde se encuentra el punto más alto y más bajo de la ciudad de Madrid?. ¿Y si miramos a la Comunidad?

 

Parece ser que la mayor altura de Madrid capital (hablo siempre a ras de suelo) la encontramos en la zona de Fuencarral-Tres Olivos, en torno al Parque de Santa Ana (unos 742 metros de altitud). En contraposición, la zona más baja de la ciudad es la que se extiende a lo largo de la rivera del río Manzanares (principalmente Legazpi, Carabanchel Bajo y San Cristobal). Respecto al conjunto de la Comunidad el techo es, por supuesto, la cumbre del monte Peñalara, con 2430 metros, pero si nos centramos en poblaciones la mayor altura la tenemos en Somosierra (1434 m) y en Santa Mª de la Alameda (1420 m). Las poblaciones que están a menor altura son Aldea del Fresno (476 m) y Aranjuez (489 m).

Mª Carmen 27.10.2013 10:58

Gracias Ángela, me ha gustado especialmente la historia de las estatuas de la plaza de Oriente. Muy interesante

Comentarios

15.11 | 16:09

Pertenece a la Zarzuela los gavilanes....creo
Aunque nosotros Madrid Eterno, nos dedicamos especialmente a Madrid y todo lo relacionado con Madrid.

15.11 | 15:37

Sabeis a que zarzueka pertenece una cancion que dice: Alla en la cercania hay una aldea, hay una aldea. Y la gente que alli habita son pescadores, son pescador

21.10 | 20:22

Me podéis decir modistas para hacerme mi traje de chulapa. Mi correo sita.molero@hotmail.com
Gracias

09.03 | 16:08

De la zarzuela El Guitarrico, de Luis Pascual Frutos con música de Agustín Pérez Soriano. La pieza se llama La Jota de Perico